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.—Es un demonio, Clarissa —repuso Valentine, todavía con la misma voz suave—.Un demonio con el rostro de un hombre.Sé lo engañosos que pueden resultar tales monstruos.Recuerda, le perdoné la vida yo mismo en una ocasión.—¿Monstruo? —repitió Clary.Pensó en Luke, en Luke empujándola en los columpios cuando tenía cinco años, más alto, siempre más alto; en Luke en su graduación en la escuela primaria, con la cámara de fotos disparando sin cesar igual que un padre orgulloso; en Luke revisando cada caja de libros que llegaba a su almacén, buscando cualquier cosa que a ella pudiera gustarle y apartándolo.Luke alzándola para que arrancara manzanas de los árboles que había cerca de su granja.Luke, cuyo lugar como padre aquel hombre intentaba arrebatarle.—Luke no es un monstruo —afirmó en una voz que igualaba en tono acerado a la de Valentine—.Ni un asesino.Tú lo eres.—¡Clary! —Era Jace.Clary hizo caso omiso.Tenía los ojos fijos en los fríos ojos negros de su padre.—Asesinaste a los padres de tu esposa, no en combate sino a sangre fría —acusó—.Y apuesto a que también asesinaste a Michael Wayland y a su pequeño hijo.Arrojaste los huesos junto con los de mis abuelos, de modo que mi madre pensara que tú y Jace estabais muertos.Pusiste tu collar alrededor del cuello de Michael Wayland antes de quemarlo para que todos pensaran que aquellos huesos eran los tuyos.Después de toda esa cháchara tuya sobre la sangre no contaminada de la Clave., a ti no te importaba nada su sangre o su inocencia cuando los mataste, ¿verdad? Asesinar ancianos y niños a sangre fría, eso es monstruoso.Otro espasmo de cólera contorsionó las facciones de Valentine.—¡Es suficiente! —rugió Valentine, volviendo a alzar la espada de estrellas negras, y Clary oyó la verdad de quién era en su voz, la cólera que le había impulsado toda su vida, la hirviente rabia sin fin—.¡Jonathan! ¡Arrastra a tu hermana fuera de mi camino, o por el Ángel que la derribaré de un golpe para matar al monstruo que está protegiendo!Por un brevísimo instante Jace vaciló.Luego alzó la cabeza.—Desde luego, padre —dijo, y cruzó la habitación hacia Clary.Antes de que ella pudiera alzar las manos para rechazarle, ya la había agarrado rudamente por el brazo.Tiró de ella para incorporarla, apartándola de Luke.—Jace —susurró ella, horrorizada.—No —dijo él.Los dedos del muchacho se le clavaron dolorosamente en los brazos.Olía a vino, a metal y a sudor.—No me hables.—Pero.—He dicho que no hables.La zarandeó, y ella dio un traspié, recuperó el equilibrio, y alzó la vista para ver a Valentine de pie, refocilándose sobre el cuerpo encogido de Luke.Alargó la punta de un pie pulcramente embutido en una bota y empujó a Luke, que emitió un sonido estrangulado.—¡Déjale en paz! —chilló Clary, intentando liberarse de las manos de Jace.Era inútil: él era demasiado fuerte.—Para —le siseó él al oído—.Sólo lo empeorarás para ti.Es mejor si no miras.—¿Como haces tú? —siseó ella a su vez—.Cerrar los ojos y pretender que algo no sucede no hace que deje de ser verdad, Jace.Deberías saberlo muy bien.—Clary, para.Su tono casi la dejó helada.Sonó desesperado.Valentine reía entre dientes.—Si al menos hubiera pensado —se burló— en traer conmigo una arma de auténtica plata, podría haberte despachado tal y como se hace con los de tu especie, Lucian.Luke gruñó algo que Clary no consiguió oír.Esperó que fuera algo grosero.Se retorció en un intento de soltarse de Jace.Sus pies resbalaron y él la atrapó, tirando hacia atrás de ella con una fuerza atroz.La rodeaba con los brazos, se dijo Clary, pero no del modo que ella había deseado en una ocasión, no como había imaginado.—Al menos deja que me levante —dijo Luke—.Déjame morir de pie.Valentine le miró desde el otro extremo de la espada, y se encogió de hombros.—Puedes morir tumbado de espaldas o de rodillas —dijo—.Pero sólo un hombre se merece morir de pie, y tú no eres un hombre.—¡NO!Chilló Clary mientras, sin mirarla, Luke empezaba a izarse penosamente para adoptar una posición arrodillada.—¿Por qué tienes que hacerlo peor para ti? —exigió Jace en un susurro quedo y tenso—.Te dije que no miraras.Clary jadeaba por el esfuerzo y el dolor.—¿Por qué tienes que mentirte a ti mismo?—¡No miento!—Las manos que la sujetaban la agarraron con más violencia, a pesar de que ella no había intentado liberarse—.Sólo quiero lo que es bueno en mi vida., mi padre., mi familia.No puedo perderlo todo otra vez.Luke estaba arrodillado muy erguido ahora.Valentine había alzado la espada ensangrentada.Luke tenía los ojos cerrados, y murmuraba algo: palabras, una oración, Clary no lo sabía.Se revolvió en los brazos de Jace, volviéndose violentamente para poder mirarle a la cara.El muchacho tenía los labios apretados en una fina línea, la mandíbula rígida, pero los ojos.La frágil armadura se rompía.Necesitaba sólo un último empujón por parte de ella.Se esforzó por encontrar las palabras.—Tienes una familia —dijo—.Una familia son simplemente las personas que te quieren.Como los Lightwood te quieren.Alec, Isabelle.—Su voz se quebró—.Luke es mi familia, y ¿tú vas a hacerme contemplar cómo muere justo del mismo modo en que pensaste que habías visto morir a tu padre cuando tenías diez años? ¿Es eso lo que quieres, Jace? ¿Es ésta la clase de hombre que quieres ser? Como.Se interrumpió, aterrada de improviso por la idea de haber ido demasiado lejos.—Como mi padre —dijo él.Su voz era gélida, distante, inanimada como la hoja de un cuchillo
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