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. Se lo voy a dar al hechicero , decidió Weston durante el momento de silencio que laacción de Devine había provocado entre los asombrados espectadores, y, antes de quenadie pudiera detenerlo, se acercó al viejo jross y trató de colocarle el collar.No obstante,la cabeza era demasiado grande para permitir la operación y el collar debió quedar sobrela frente, algo inclinado sobre un ojo, como una corona.El jross sacudió algo su cabeza,como un perro molesto por las moscas, y continuó su sueño.La voz de Oyarsa se dirigió entonces a Ransom. Dime, Ransom de Zulcandra, ¿están tus semejantes enfermos del cerebro? ¿Otienen miedo para contestar a mis preguntas? Lo que creo, Oyarsa, dijo Ransom , es que ellos no creen que tu estés aquí, ytambién pienso que todos estos jnau son.como cachorros.El Mbre más grueso estátratando de atemorizarlos y luego complacerlos con regalos.Al oír la voz de Ransom, los dos prisioneros se volvieron sorprendidos hacia él.Westonestaba por hablar cuando Ransom lo interrumpió bruscamente, diciéndoles en inglés: Escucha Weston.No se trata de un truco.Hay realmente un ser allí en el medio,donde ves cierto tipo de luz, o cierto tipo de algo, si miras con atención.Y tiene, por lomenos, la inteligencia de un hombre, y viven durante un enorme número de años.Deja detratarlo como si fuera un niño y contesta a sus preguntas.Y si quieres un consejo, dile laverdad y no trates de engañarlo. Estos brutos, de cualquier manera, parecen tener inteligencia suficiente como paraengañarte a ti gruñó Weston, pero había otro tono en su voz cuando volvió a dirigirse aldurmiente jross (el deseo de despertar a quien suponía el hechicero se había tornado unaobsesión) y le dijo, señalando a Hyoi: Nosotros lamentar matarlo, no venir a matarlo.Sorns decirnos traer hombre yentregarlo a tu Gran Jefe.Nosotros volver entonces al gran cielo.Él venir con nosotros(señalando a Ransom).Él hombre muy torcido escapó, y no hacer lo que sorns dicen,como nosotros.Nosotros perseguirlo para devolverlo a los sorns.Queremos hacer lo quelos sorns ordenan pero él no dejarnos.Huye, huye.Nosotros seguirlo.Vimos ser grande,negro y creer él querer matarnos.Nosotros matamos primero.¡Bang! ¡Bang! La culpa esde este hombre torcido.Si él no escapar, si él bueno, nosotros no perseguirlo, no matargigante negro, ¿entiendes? Tu tienes al hombre torcido, que tener toda la culpa: quédatecon él y déjanos ir.Él tenerte miedo, nosotros no tener miedo.Escucha.En ese momento, los gritos de Weston a la cara del jross por fin produjeron el efectoque había estado esperando tanto tiempo.El viejo abrió los ojos y lo miró primeroestúpidamente y luego con cierta perplejidad.Entonces, dándose cuenta gradualmente dela irreverente situación que había contribuido a crear, se levantó lentamente, se inclinórespetuosamente ante Oyarsa y finalmente se alejó cual ondulante masa de la asamblea,llevando todavía la vincha inclinada sobre un ojo.Weston, con la boca abierta según lehabía quedado en medio de una palabra, siguió con su mirada a la mole que se alejabacon oscilantes movimientos hasta que se perdió entre los tallos del bosque.Fue Oyarsa quien rompió el silencio. Hemos tenido ya suficiente algarabía, dijo y es hora de que nuestras preguntasreciban sus respuestas.Algo anda mal en tu cerebro, jnau de Zulcandra.Hay demasiadasangre allí.¿Se encuentra Firikitekila presente? Estoy aquí, Oyarsa exclamó un pfifltrigg. ¿Tienes en tus cisternas agua enfriada? Si, Oyarsa. Entonces, haz que lleven a este jnau a la casa de huéspedes para que bañen sucabeza en agua fría.Usen mucho agua y repitan varias veces la operación.Mientrastanto, haré arreglos en cuanto a mis jrossa muertos.Weston no entendió del todo lo que la voz decía, y, en efecto, estaba demasiadoocupado en tratar de descubrir de donde provenía, pero se sintió aterrorizado cuando losjrossa que lo rodeaban lo apresaron de pronto en sus fuertes brazos y lo obligaban amarchar.Ransom sintió el impulso de gritarle que no se asustara, pero Weston gritabatanto que nunca hubiese podido oírlo.Ahora mezclaba palabras en inglés y enMalacándrico, y lo último que se le oyó gritar fue: ¡Pagarán caro por esto!.¡pum-pum!.¡bang!.¡bang! ¡Ransom! ¡Por amor de Dios!.¡Ransom! ¡Ransom!. Y ahora dijo Oyarsa, cuando se hubo restablecido el silencio rindamos honores amis jnau muertos.Diez jrossa se agruparon entonces en derredor de los ataúdes.Levantando suscabezas, y sin esperar señal alguna según le pareció a Ransom, comenzaron a cantar.A todo hombre, cuando empieza a interesarse por cualquier manifestación artística, lellega un momento en que, aquello que al principio le pareció sin sentido, de prontoadquiere un significado y lo revela, con un deleite que una posterior y mejor comprensióncasi nunca puede igualar, una muestra de las infinitas posibilidades que le estabanocultas.Para Ransom, ese momento le había llegado al poder comprender de improvisolos cánticos de Malacandra.Primero notó que su ritmo estaba basado en una sangredistinta de la nuestra, en un corazón que latía más rápidamente y en un calor interiormucho más intenso que el nuestro.Debido al conocimiento que tenía ya de esos seres yal amor que sentía por ellos, comenzó a escuchar el cántico no con su oído humano, sinocon el de ellos.La sensación era de grandes masas moviéndose a velocidadesvisionarias, de gigantes danzando, de penas eternas eternamente consoladas, de algoque no sabía qué era y que, sin embargo, siempre había conocido
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