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.E N P O S D E L I N C U N A B L EP E R D I D O176 Lasa que debe de tener indicios de lo que afirma , y que en todo caso posi-bilita el formato del libro, no muy voluminoso, en nuestra investigación tam-bién se ha dotado de corporeidad, y por descabellado que pueda parecer,para nada es descartable un extraño maridaje con obras de cocina, ya quedurante algún tiempo libros de ambas temáticas han disfrutado, más biensufrido, idéntica clasificación: libros de Artes Manuales y Juegos.Hay un pe-ríodo ominoso para la Historia del ajedrez en España, donde decae el interéspor el noble juego, enaltecido a cuotas nunca soñadas en los tiempos de Feli-pe II, que abarca los siglos XVII, XVIII y la primera mitad del siglo XIX, en elque se consuma la decadencia del mismo, y por lo tanto su estima y valora-ción: el cielo del ajedrez pasa de un zarco lleno de luz a un apagado zinc.Estees el contexto en el que un libro de ajedrez, particularmente uno viejo y nomuy voluminoso, se hubiese podido encuadernar junto a otra obra u obras,de temática muy diferente, circunstancialmente, manipulando al máximo más bien degradando los criterios de clasificación.Prueba de que lo expuesto no es un planteamiento quimérico o romántico,es el hallazgo a principios de 1999 de una edición completa de La Celestina,impresa en 1507.Dio fe del mismo el jefe de la Sección de Manuscritos e4Incunables de la Biblioteca Nacional, D.Julián Martín Abad, publicando lanoticia en la revista Pliegos de Bibliofilia.El libro procedía de una bibliotecasuiza-holandesa y, lo que es realmente vinculante para nosotros, formabaparte de un volumen facticio de libros raros españoles del siglo XVI.Junto a la obra descrita, de la que solo se conservaba hasta entonces un ejem-plar incompleto en la Real Academia de la Historia, integraban el volumenotras tres obras: La Historia del conde Fernán González con la muerte de lossiete Infantes de Lara, de la que hasta ahora solo se preservaba un ejemplar enla Biblioteca Nacional; un ejemplar único, cuya edición no era conocida4Recordemos que el propio Julián Martín Abad me testimonió en 1998 la aparición de un nuevoejemplar de la obra de Lucena, que pertenece a una colección privada.Teniendo en cuenta que fue en1997 cuando Calvo y Pérez de Arriaga publicaron sus obras sobre Lucena, resulta evidente que cual-quier trabajo, cualquier esfuerzo que podamos hacer para propiciar el conocimiento y la importanciadel libro de Vicent, contribuye a su posible aparición, por remota que hoy pueda parecernos.Precisa-mente el ejemplar probablemente vendido en Barcelona a principios de siglo, aflora en un contexto yuna ciudad plena de verdadero interés y febril expectación lo hemos visto en la bibliografía portodo lo concerniente al incunable ajedrecístico.El libre del Coch, de Roberto Nola.Un célebre libro de cocinaque tuvo numerosas ediciones durante el siglo XVI.¿Está el Vicentatrapado en un volumen facticio que impide su localización,usurpándole el brillo que le corresponde por derecho de cuna?177E N P O S D E L I N C U N A B L EP E R D I D O178 según Martín Abad , de Juan del Encina, intitulada: Egloga en la qual repre-senta el Amor; y, por último, un ejemplar único de Las Lecciones de Job en casode amores, de García Sánchez de Badajoz.La magnitud de este hallazgo nosexonera de dar explicaciones adicionales sobre el futuro de libro de Vicent,teniendo en cuenta además en qué condiciones han aparecido las menciona-das y raras obras: en una biblioteca centroeuropea y artificialmente encua-dernadas bajo el lema genérico de raros españoles del siglo XVI.Si estos felicesacontecimientos llegan hasta nosotros por la nuda casualidad, sin unas pes-quisas ad hoc, entendemos que aunando todos nuestros esfuerzos las posibi-lidades de que un ejemplar del Vicent despierte de su largo sueño no debe deconsiderarse absurdo o quimérico.Nos hace ser optimistas, liberándonos de toda zozobra, el contagio de la ilu-sión de los viejos exploradores, algunos de ellos auténticos zahoríes, y el quela ardua misión por ellos encomendada no esté plenamente realizada.Acasonace, en nuestros días, una esperanza con la catalogación informática dellibro y las nuevas tecnologías.Sería necesario poder ojear (incluso hojear) loslibros para poder precisar adecuadamente todo su contenido.De no poderhacer tan ímproba labor, estamos en manos del destino.España, Italia paísdonde sabemos que el libro fue conocido y manejado en las centuriassiguientes a su publicación y donde han aparecido en el último siglo docu-mentos vitales para la Historia del ajedrez y los Estados Unidos donde hanemigrado tantos libros, entre ellos al menos seis ejemplares de la obra deLucena , son los principales lugares donde puede encontrarse el libro deVicent, incluso refiriéndonos a posibles ejemplares desconocidos, tal y comodescribía V.d.Lasa.Lo que en realidad nos anima a ser optimistas es la existencia de los últimosejemplares conocidos: el de la Abadía de Montserrat y el ejemplar vendido los indicios son demasiado fiables para que tengamos que utilizar un léxicomás hipotético en Barcelona, tal vez en el periodo de 1912 a 1920.En nues-tra opinión, hay bastantes razones para pensar que se trate del mismo ejem-plar, lo propicia el lugar de aparición, Barcelona, los integrantes de la com-praventa, Pin i Soler, Font de Rubinat y Salvador Babra, muy vinculados a lainquietud que en aquellos días se respira en la Ciudad Condal respecto allibro de Vicent; lo insinúa también que en esas mismas fechas van aparecien-do paulatinamente diversos incunables de la biblioteca histórica de Montse- 179rrat, alrededor de una cuarta parte de los que nutrían la venerable colección.Ello implica que, finalmente, los monjes, quizá su archivero el Padre Ribas,intentaron salvar los libros que más estimaban.La importancia del Vicent, sucondición única, no se le escapa ni a Ribas, ni a Vega, ni a Vargas Ponce.Pre-sumiblemente era uno de los libros, conocida su rareza, que más podían esti-mar o al menos intentar preservar.Entonces, pudo aparecer también elVicent en aquellos días, como consecuencia de la expectación que ya levanta-ba tras de sí, siguiendo, sin embargo, un camino diferente a los demás librosque retornaban para casa.La historia referida por Palau tiene muchos puntosobscuros, empezando por el hecho de que solo por casualidad no era suintención ha llegado hasta nosotros.Rafa Solaz me ilustró cómo podíahaberse producido una venta que más bien, si se tratase del ejemplar deMontserrat, podría tildarse de clandestina, pues el mismo debería de llevarlas signaturas y anotaciones que delataban su origen; primero el librero creala expectación, habla del libro en términos presumibles e hipotéticos, al verqué puede hacerse con él y, cuando se confirma el interés enorme debió deser en este caso , procede a confirmar la venta, previo pago y cumplimientode las condiciones acordadas.Nos gustaría que se tratase de otro ejemplar diferente al de Montserrat, porrazones obvias, pero la historia se empieza a desvelar, se entiende todo elmisterio que lo rodea, si fuera el libro de Montserrat el que se vendió.Loshechos pudieron desarrollarse de la siguiente forma: Babra, muy vinculadocomo vimos a temas ajedrecísticos, se ha encontrado con un ejemplar delVicent, ¿dónde venderlo?, quizá fuera mejor hacerlo lejos de nuestro país; dehecho, los principales coleccionistas de libros de ajedrez están en los EstadosUnidos ya vimos como se señala con el índice a Alan C.White
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