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. Estuve expuesto a la luz brillante del d�a durante casi dos horas replicó Joshua.Marshcomprend�a ahora la razón de aquel doloroso susurro.Conoc�a el riesgo, pues ya lo hab�a hechoantes, cuando hab�a sido imprescindible.Cuatro horas pod�an haberme matado, y seis horas hubieransido un final irreversible.En cambio, dos horas o algo menos, la mayor parte de ellas fuera de la accióndirecta de los rayos del sol.Conozco mis l�mites.Las quemaduras tienen peor aspecto de lo que sonen realidad.El dolor es soportable, y todo pasar� r�pidamente.Ma�ana a esta hora, nadie notar�siquiera que algo me ha afectado.Mi carne ya empieza a sanar, las ampollas revientan y la piel quemadaempieza a desprenderse, ya lo ha comprobado usted.Abner Marsh cerró los ojos y volvió a abrirlos.Daba igual.La oscuridad era la misma de unaforma u otra, y todav�a pod�a ver la imagen azul p�lida de la cerilla ardiendo frente a �l, junto al terriblerostro espectral de Joshua. As� que todo eso del agua bendita y de los espejos no tiene importancia.Usted no puede salir ded�a, realmente no.Los vampiros existen, pero usted me mintió.�Me mintió, Joshua! Usted no es uncazador de vampiros, sino uno de ellos.Usted y ella y todos los dem�s.�Todos son unos malditosvampiros!Marsh alzó frente a �l su bastón, una in�til espada de madera para protegerse de lo que noalcanzaba a ver.Notó la garganta seca y �spera.Escuchó a Valerie que se re�a ligeramente y se acercabam�s a �l. Baje la voz, Abner dijo Joshua con calma y ahórreme su indignación.S�, le he mentido.Ennuestra primera reunión, ya le advert� que si me presionaba con preguntas yo le responder�a mentiras.Fue usted quien me obligó a pronunciarlas.Lo �nico que lamento es no haber pensado otras mejores. Mi socio. prosiguió Abner, furioso.Diablos, no puedo creerlo ni siquiera ahora.Unasesino, o algo peor que un asesino.�A qu� se ha dedicado todas esas noches? �A salir en busca dealguien y beberse su sangre? Y luego, seguir adelante.S�, se�or, ahora lo veo: Una ciudad distinta cadanoche, as� est� a salvo.Cuando los tipos de la orilla descubren lo que ha hecho, ya est� usted en otro118 lugar.Y no huyendo a toda prisa, sino vagando con gran elegancia r�o arriba y r�o abajo, a lo grande, enun vapor de lujo en camarote propio y todo.No me extra�a que quisiera tener un vapor, capit�n York.Maldito sea usted. C�llese le espetó York, con una furia tal en la voz que Marsh cerró al instante la boca.Ybaje ese bastón antes de que rompa algo con tanto aspaviento.B�jelo, le digo  Marsh apoyó de nuevoel bastón en la alfombra.As� me gusta dijo York. Es como todos los dem�s, Joshua intervino Valerie.No entiende nada.No tiene m�s quemiedo y odio.No podemos dejarle salir de aqu� con vida. Quiz�s dijo Joshua, con tono reticente.Yo creo que en �l hay algo m�s que eso, pero esposible que me equivoque.�Qu� opina usted, Abner? Y cuidado con lo que dice.Hable como si suvida dependiera de cada palabra.Sin embargo, Abner Marsh estaba demasiado irritado para pensar.Elmiedo que le atenazaba hab�a dado paso a una ira incontenible; le hab�an mentido, le hab�an metido enel asunto y hab�an jugado con �l como si fuera un imb�cil.Nadie trataba as� a Abner Marsh, aunque elotro no fuera humano en absoluto.York hab�a convertido su Sue�o del Fevre, su barco, en una especiede pesadilla flotante. Llevo mucho tiempo en este r�o dijo Marsh.No intente asustarme, York.Cuando estaba enmi primer vapor, vi cómo le sacaban los intestinos a un amigo m�o en un salón de St.Joe.Yo agarr� algranuja que lo hizo, le quit� el cuchillo y le part� el espinazo.Tambi�n he estado en Bad Axe, y en lasangrienta Kansas, as� que ning�n maldito chupasangre va a asustarme ahora con amenazas.Si quierevenir a por m�, aqu� le espero.Peso el doble que usted, y adem�s est� quemado hasta las orejas.Le voya arrancar la cabeza.Quiz�s deba hacerlo de todas maneras, por todo lo que usted ha hecho ya.Silencio.Entonces, asombrosamente, Joshua York se echó a re�r a carcajadas durante un buenrato. �Ah, Abner! dijo cuando consiguió tranquilizarse otra vez.�Es usted un aut�ntico hombredel r�o! Medio so�ador, medio pendenciero y completamente loco.Ah� est� usted, ciego, cuando sabeque yo puedo ver perfectamente con la poca luz que entra por los resquicios de las cortinas y lasventanas, y por debajo de la puerta.Ah� est� sentado, gordo y lento de movimientos, conociendo mifuerza y mi rapidez.Deber�a saber lo silencioso que puedo ser al caminar hubo una pausa, un ruido, yde repente se alzó la voz de York desde el otro extremo del camarote.As� otro silencio.Y as�desde detr�s de Abner.Y as� volv�a a estar donde hab�a empezado.Marsh, que hab�a vuelto lacabeza en cada momento para seguir su voz, se sintió mareado.Podr�a desangrarle hasta la �ltimagota con cien toques suaves y usted no se enterar�a.Podr�a asaltarle en la oscuridad y cortarle lagarganta antes de que se diera cuenta de que hab�a dejado de hablar.Y aun as�, a pesar de todo, ah� est�usted, sentado en el sillón, mirando en una dirección equivocada, con la barba despeinada, soltandobravatas y amenazas.Tiene usted �nimo, Abner.Poco juicio, pero mucho �nimo. Si est� pensando en matarme, venga y acabemos de una vez dijo Marsh.Estoy dispuesto.Quiz� no llegue nunca a superar al Eclipse, pero he hecho casi todo lo que me he propuesto.Prefieropudrirme en una de esas tumbas de lujo de Nueva Orleans que dirigir un vapor para un grupo devampiros. Una vez le pregunt� si era usted supersticioso o religioso dijo Joshua.Usted me respondiónegativamente, pero ahora le escucho hablar sobre los vampiros como cualquier lerdo inmigrante.119  �Qu� est� usted diciendo? Fue usted quien me contó. S�, s� [ Pobierz całość w formacie PDF ]

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